viernes, 20 de junio de 2008

LASTING MEMORIES

Ayer de vuelta a casa me senté con súbito ánimo a escribir sobre lo que acabábamos de ver, Memories Are Made Of This de BADco (In-Presentable 08), pero lo que escribí fue esto. Por alguna razón supongo que algo tendrá que ver, esa libertad de la que hablé con alguien al salir, ese absorberte y dejarte libre al mismo tiempo. Libre para recorrer paisajes:


Miro mi vaso. Las burbujas se desplazan todas en el mismo sentido. Claro, flotan. Luego, una vez encontrado el aire hermano se convierten en el aire hermano y ya no se ven. ¿Cuántas veces esas mismas burbujas fueron ya burbujas?, ¿cuántas veces visitaron tu cuerpo y luego el mío?


Mi padre me dijo "Y yo a ti también". Fue la única vez en su vida que me dijo esto. Fue la única vez en mi vida que yo le dije "Te quiero mucho, papá", pero lo mejor de esto, si es que puede decirse así, es que estas fueron las últimas palabras que nos dijimos. Nos despedimos con una sonrisa, los dos sabíamos. Esa misma noche él entró en una especie de coma y murió dos días después. Yo estaba a su lado.

Murió en su cama. Unas horas antes le acerqué unos pequeños altavoces y le puse sonidos de pájaros y de un río. Él sonrió y yo pensé que volvía a los paisajes de su infancia. Era lo único que podía hacer yo y me sentí aliviada y útil al poder acompañarle en su muerte.

Él me enseñó a morir, y de todas las cosas que me enseñó, que no fueron pocas, esa es la enseñanza más valiosa que me llevaré conmigo.

Luego, cuando su respiración se acabó, tomé su pulso, aún latía. Volví a decirle que le quería, en voz alta y ya sin ningún pudor, y le besé en la frente. Entonces vi que de sus párpados cerrados asomaba una lágrima. La sequé. Coloqué sus manos con extremo cuidado sobre el pecho.


Por primera vez sentí cómo la muerte deja al cuerpo sin nada. Cómo sus dedos ya no eran de este mundo, frágiles hojas trenzadas, sus manos.


Louisa Merino

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