COMENTARIOS IN-PRESENTABLE
Principios de los 90, la antigua Yugoslavia. Otra vez las posibilidades inhumanas de lo humano se abren camino. Otra vez los Balcanes. Otra vez el este.
La declaración de independencia de Croacia de la República Socialista Federativa de Yugoslavia en junio de 1991 dio paso a un conflicto armado entre el Ejército Croata y las fuerzas armadas de los serbios de Croacia (ayudadas por el ejército popular de Yugoslavia) que se prolongó hasta 1995. Durante este conflicto, las fuerzas croatas y serbias, así como el ejército yugoslavo, cometieron en gran escala graves violaciones de derechos humanos, como homicidios ilegítimos, tortura (incluidas violaciones), "desapariciones", detenciones arbitrarias y expulsiones. Centenares de miles de personas se vieron convertidas en desplazados internos o en refugiados huidos a otros países.
¿Y qué nos queda después de la catástrofe? Muy poco, casi nada: BADco. Porque Memories Are Made Of This… trata de un rumor, de un murmullo, del susurro de los muertos que habitan nuestra memoria, de lo que hay, del silencio que se hace cuando estamos en soledad y a oscuras en las interminables noches de infancia que ya no recordamos. La sintaxis escénica de BADco está muy próxima a esa inarticulación del habla que intuimos en Celan o en Levinas, en ese espacio (im)posible entre la voz y el lenguaje, entre la “naturaleza” y la cultura, entre el vacío y la palabra, entre el olvido y la memoria, entre lo inhumano y lo humano; en definitiva, en ese espacio (in)presentable a la luz pública –la nuda vida- en el que según Agamben se juegan todas las posibilidades de una política de los cuerpos.
Alberto Sebastián.
domingo, 22 de junio de 2008
The remaking of
COMENTARIOS IN-PRESENTABLES
Cuando uno se acerca a espacios y tiempos como in-presentable, intuye que en ese no-lugar de la experimentación, de la búsqueda de nuevos lenguajes y proposiciones nos podemos encontrar con propuestas fallidas, inacabadas. Hasta aquí todo formaría parte del típico y tópico ensayo-error. Ahora bien, lo que uno nunca espera encontrarse es una estética de la mismidad del yo, del egocentrismo más infantil, el cual encuentra su paradigma en The remaking of. Dudé –aunque no debería- de mi impresión hasta el coloquio. Quizás mis neuronas jodidas por tanta cerveza me habían jugado una mala pasada… pero no, en el debate posterior Paula Caspao –la autora de la pieza- no dejó lugar a la duda. Una pregunta desde el público reflexiona sobre la posición del cuerpo de Caspao -de espaldas al espectador- como un posible contraste con la música sentimental y cercana –más allá del umbral de lo cursi- que predomina en toda la obra. Caspao le responde que se equivoca. Que a ella no le interesa decir nada al público, que ella habla para la pantalla, es decir, para su universo de martinis, las tópicas magdalenas de Proust y una estética digna del mejor anuncio de compresas. Y punto final.
Podríamos después de lo dicho apuntarnos al odio teatral tan proclamado –entre otros- por la ya mediática Liddell. Sin embargo, pienso que no le debemos conceder esa victoria a The remaking of. Salgo de la casa encendida y la despejada y bochornosa noche madrileña, acompañada de un agradable diálogo hasta el metro de Lavapiés, me reconcilian con la vida, es decir, con el teatro. Tomo la línea 1 hasta Sol y luego la 2 hasta casa. Me abro una cerveza y me preparo un sándwich. Pienso qué música poner mientras ceno y me convenzo que después del shock Caspao lo mejor es volver a los clásicos, al Pablo Honey de Radiohead por ejemplo. Me siento en el sofá y la radio ya marca la pista número cinco. Suena Thinking about you. E intuyo que quizás todos seamos hoy en día –yo más que nadie- como Paula Caspao, hablando –o escribiendo- única y exclusivamente para las pantallas de nuestros portátiles.
Alberto Sebastián
Cuando uno se acerca a espacios y tiempos como in-presentable, intuye que en ese no-lugar de la experimentación, de la búsqueda de nuevos lenguajes y proposiciones nos podemos encontrar con propuestas fallidas, inacabadas. Hasta aquí todo formaría parte del típico y tópico ensayo-error. Ahora bien, lo que uno nunca espera encontrarse es una estética de la mismidad del yo, del egocentrismo más infantil, el cual encuentra su paradigma en The remaking of. Dudé –aunque no debería- de mi impresión hasta el coloquio. Quizás mis neuronas jodidas por tanta cerveza me habían jugado una mala pasada… pero no, en el debate posterior Paula Caspao –la autora de la pieza- no dejó lugar a la duda. Una pregunta desde el público reflexiona sobre la posición del cuerpo de Caspao -de espaldas al espectador- como un posible contraste con la música sentimental y cercana –más allá del umbral de lo cursi- que predomina en toda la obra. Caspao le responde que se equivoca. Que a ella no le interesa decir nada al público, que ella habla para la pantalla, es decir, para su universo de martinis, las tópicas magdalenas de Proust y una estética digna del mejor anuncio de compresas. Y punto final.
Podríamos después de lo dicho apuntarnos al odio teatral tan proclamado –entre otros- por la ya mediática Liddell. Sin embargo, pienso que no le debemos conceder esa victoria a The remaking of. Salgo de la casa encendida y la despejada y bochornosa noche madrileña, acompañada de un agradable diálogo hasta el metro de Lavapiés, me reconcilian con la vida, es decir, con el teatro. Tomo la línea 1 hasta Sol y luego la 2 hasta casa. Me abro una cerveza y me preparo un sándwich. Pienso qué música poner mientras ceno y me convenzo que después del shock Caspao lo mejor es volver a los clásicos, al Pablo Honey de Radiohead por ejemplo. Me siento en el sofá y la radio ya marca la pista número cinco. Suena Thinking about you. E intuyo que quizás todos seamos hoy en día –yo más que nadie- como Paula Caspao, hablando –o escribiendo- única y exclusivamente para las pantallas de nuestros portátiles.
Alberto Sebastián
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