lunes, 23 de junio de 2008

Sin papeles. Sin humanidad.

COMENTARIO IN-PRESENTABLES

Europa está enferma. Retorno de lo peor. Pareciese como si los “fascistas que nos educaron” anduviesen sueltos todavía. En la misma semana en que en Madrid se celebra In-Presentable 08 el parlamento europeo legisla sobre extranjería. El País 18/06/08:

Los inmigrantes sin papeles que sean detenidos en suelo europeo podrán pasar hasta 18 meses retenidos en centros de internamiento mientras se tramita su expulsión. Podrán ser detenidos con una mera orden administrativa (…) Los menores no acompañados podrán ser expulsados a países donde no tengan un tutor o una familia siempre que haya estructuras adecuadas de acogida.

La verdad es que no deberíamos sorprendernos. En Europa, un cuerpo en sí mismo, en su desnudez, siempre ha sido menos que cero; un cuerpo sin papeles, sin pasaporte, siempre ha sido prescindible, deportado a “centros de internamiento” donde la excepción siempre acaba convirtiéndose en norma. Un cuerpo pues eliminable o reducido a nada, que puede ser aniquilado sin necesidad de llamar al hecho homicidio o crimen, otra vez el eufemismo en Europa: Directiva de retorno de sin papeles.

Por ello, ante la politización del cuerpo operada por el Estado, el artista comprometido responde con un cuerpo político que implica una reivindicación de lo material, de lo carnal, una reivindicación del espacio personal como un espacio sagrado, inviolable, como un espacio de encuentro y de diálogo con la alteridad.

Alberto Sebastián

Ironías del cuerpo

COMENTARIOS IN-PRESENTABLES

Pensar las posibilidades políticas del cuerpo en un espacio y un tiempo concretos. Esa es la propuesta de Luiz Abreu en su Samba do crioulo doido. Pensarlas desde su identidad de negro y de homosexual, pensarlas desde su condición de otredad después de haber sufrido una situación (pos)colonial. Pensar -otra vez más y bienvenida sea- las posibilidades de la diferencia en la escena. Hasta aquí nada nuevo. Todos aprendimos con E.W. Said -en su exquisito Orientalismo- lo de las relaciones entre el poder y la representación y como todo proceso de construcción identitario pasa por una relación de fuerzas en la que las condiciones económicas acaban imponiendo su ley. Ahora bien, ante esta situación, lo interesante de Abreu es su propuesta explícitamente estética, emocional, espectacular; en continua dialéctica con procesos distanciadores y reflexivos. En este sentido, Luiz Abreu es consciente que en esa tensión entre lo emocional y lo racional se encuentran todas las posibilidades de hacer real la obra, de deconstruir el discurso colonial que convirtió su subjetividad, su mirada y su ser mirado en cosa. Aquí la ironía –ni publicitaria, ni griega, sino brasileña- se convierte en el mejor lenguaje para desautomatizar el discurso del poder y así conectar políticamente con el espectador, haciendo legible –una legibilidad que siempre deviene en una relación de iguales- su cuerpo, proponiendo marcos de relación entre un tú y un yo en el que no medien discursos de sumisión.

Alberto Sebastián